1930 (23/11/1930

AGRARISMO
Sindicato agrícola de Vilaseca
Nos referíamos hace muy pocos días, al comentar el último Consejo de ministros habido, a la precaria situación de la agricultura en Andalucía; a Andalucía nos referíamos porque de ella precisamente se había ocupado en el Consejo el Marqués de Guad-el-Jelú, ministro de Trabajo, pero en sentido general considerado, hay que reconocer que con las naturales diferencias que la región impone, en tolos los rincones de España existen problemas planteados en análogos términos al andaluz.
Al atribuir al latifundio, al subarriendo y a la usura, el origen de todos los males de la Bética, —amen de otros males menores consecuencia unos de aquellos; efectos del carácter racial ctros; carencia de una dase media agraria; ausencia del espiritu de asociación; etc., etc. — pensábamos en la forma en que problemas tan trascedentales se va solucionando en comarca, bien que no atacadas por aquellos males, como son las catalanas.
Tenemos en esta misma provincia, a muy pacos kilómetros de esta capital, un admirable ejemplo de voluntad, inteligencia y espiritu colectivista; nos referimos al Sindicato agrícola de Vilaseca.
Gracias a él. ha sido factible para el modesto campesino la obtención de parcelas en condiciones remuneradoras y dentro de las posibilidades individuales, que han sustraído al cultivador a onerosos y crueles contratos y lo han convertido en un modesto terrateniente, y ha conseguido, cosa interesantísima, puesto que- sanciona y consolida una renovación del sentido de la propiedad, adscribir por el amor, del hombre a la tierra, creando con ello multitud de pequeños propietarios, cuyos distintos coeficientes de capacidad para el trabajo y dotes diversas de inteligencia y laboriosidad despierta y fomenta ese tan natural sentido adquisitivo del hombre, base al fin y al cabo de todo equilibrio social. Algo parecido pudiera hacerse en Andalucia, si detenninados prejuicios estuvieran menos arraigados en las clases poderosas propietarias de las grandes extensiones de terrenos, y si el espíritu de los andaluces túvose menos acentuado los rasgos del más arisco individualismo; condición étnica nuy difícil de contrarrestar. Sindicatos análogos al citado que además de lo dicho hiciera común el uso de las máquinas caras y modernas, tan necesarias para el cultivo extensivo y para meter en roturación terrenos como los andaluces; que facilitara semilla; que los sustrajese a la horrible usura, sería la manera de ligar esa sangria emigratoria cien veces más temible que una guçrra, por cuanto son miles de hombres los que todos los años salen por los puertos de Cádiz, Málaga y Almería, para amanillarse cn esa moderna esclavitud.

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